ICTUS

El ictus es una afección grave que ocurre cuando el flujo de sangre hacia el cerebro se interrumpe o se reduce, lo que causa un daño en las neuronas.

Pueden ser causados por un coágulo sanguíneo que bloquea una arteria del cerebro (en cuyo caso de denomina ictus isquémico) o por una hemorragia en parcial o total (ictus hemorrágico).

Los síntomas a los que debemos prestar atención son dificultad para hablar y moverse, visión borrosa, debilidad muscular, dolor de cabeza y pérdida del equilibrio y la coordinación.

Se trata de una situación de emergencia que requiere atención médica inmediata para minimizar el daño cerebral y propiciar la recuperación.

El tratamiento del ictus depende del tipo y de la gravedad, pero puede incluir medicamentos para disolver coágulos sanguíneos e impedir la oclusión de una arteria cerebral, hasta una intervención quirúrgica de urgencia (trépano) para evitar una hemorragia masiva.

La prevención del ictus es crucial y se basa en controlar factores de riesgo como la presión arterial elevada, el colesterol alto y/o el tabaquismo.

La rehabilitación después de una ictus implica un conjunto de tratamientos diseñados para reducir las posibles secuelas, que ayuden al paciente a recuperar las habilidades físicas y/o mentales perdidas para mejorar su calidad de vida. Los distintos tipos de rehabilitación incluyen:

Los recientes tratamientos de estimulación cerebral no invasiva han demostrado evidencia en la mejora de algunos síntomas como la debilidad muscular y la dificultad en el habla y en el movimiento. Acompañados siempre de una terapia motora y/o cognitiva, potencian la mejoría de las secuelas y la calidad de vida del paciente.